Las noches más accidentadas de mi vida son cuando vienes a rescatarme y sin aviso.
Aquél día cuando me cortaste la conversación en el mensajero de la red me quedé preguntando si había sido yo quien se equivocó o si estabas en monochrome.
Contigo nunca sé. Desde los dieciocho años que se pudrían, no sé.
Me has mandado al abismo con un eco insoportable un par de veces. Tus palabras siempre son insoportables como tu voz aguda de mocosa mimada, más aún sigo masturbándome la felicidad de tu regreso.
Somos dos amantes inestables: yo soy quien pierde siempre, quien no regresa y espera.
"van dos semanas..."
Y el berrinche todavía burbujea en tu sangre.
"van dos meses"
Y brinca el teléfono celular al lado de mi mente.
Dudo que seas esquizo-paranoide, pero de quién es ese número en la pantalla.
No puedo sentir nervios porque no soy clarividente y no te espero este día. A lo mejor ayer o antier mientras buscaba en mi cajón de calcetines a alguien que me quedara tan bien como tú.
Nadie me grita con apapacho que me convierta en seductor y cazador ciego y desnudo como tú.
Contesto el teléfono.
Tu voz me dice "¿Gorda?"
Hemos empezado la travesía que dejaste en pausa, ¿cuánto tiempo pasará para que me abandones, de nuevo; o para que me alejes un poco porque no te gusta mezclarme con tus vidas de gato?
Comienzo a contar... 1
De gorda para el opuesto.
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