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miércoles, mayo 12, 2010

Nada con puntos suspensivos

Por qué nada.
Debo decir que esta palabra (como muchas otras que parecen no servir en absoluto), la adopté hace algunos años. La "nada" se convirtió en el condimento que definiría el platillo que consumo todo los días: yo.
Hay muchas frases que utilizan esta palabra y no terminaría jamás de enlistarlas, pero mencionaré dos de esas frases que escucho y de vez en cuando utilizo.
La primer frase fue mencionada por un camarada hace un par de años y después la hurté como frase característica de un personaje en una obra de teatro que escribí y se llama Apariencia Simultánea; la segunda frase la menciono con mucha frecuencia cuando trato de escabullirme de alguna conversación tediosa que intenta involucrarme socialmente con un tercero.


"Tengo todo porque no quiero nada"
No sé qué tanto pueda ser verdad esto, quizás es tan verdad en la medida que uno tenga claro qué es el tener todo y qué es no querer nada. Para mí no aplica esta frase, teoría, síntesis, hipótesis o filosofía de vida puesto que, al contrario de mi camarada, he tenido lo que he querido a base de... quererlo, lo cual puede derivarse en una búsqueda. Que esa búsqueda inevitablemente me lleve a otras cosas que enriquezcan ese querer, es algo distinto, pero supongo que así debe ser. Quién lo estipula como un "deber ser", no sé. Supongo que la misma suma de eventos tras la búsqueda.
La frase en sí suena bien por la estructura y la connotación cínica, me parece deliciosa, pero poco práctica. Creo que muchos batallamos bastante en lograr lo que queremos y muchas veces toma años que llevan a la deserción o al suicidio de la misma.
Aguas.

"Me dedico a nada"
Puesto que este es un blog que sigue mis pasos (yo, Lucy Originales), me resulta difícil pasar por alto los eventos de hace una semana.
Estaba en un café (que siempre me salva cuando se cae la conexión a internet) entre trabajando, contestando llamadas y haciendo arreglos para mis futuros viajes cuando llega una persona que hace años nos conocimos, pero que, hace casi los mismos años no cruzamos palabras por diferencias poco ilustres. De pronto, esta persona se acerca a mí y me saluda reclamándome que no lo había saludado hacía unas semanas atrás. Se dio una conversación intermitente de reclamos, sarcasmos y en conclusión, bastante incómoda, pero como decía mi abuela: "Cuando alguien te dirige la palabra, uno siempre tiene que responderla porque nunca se sabe cuándo vas a querer que te escuchen"
Por lo tanto, consciente de este sabio consejo, seguí la conversación que nos llevó a  mencionar cuestiones laborales actuales del uno y del otro. 
Él maneja desde hace años una revista y yo, "pues hago nada"
Debería ser suficientemente entendible y lógico que cuando uno dice "me dedico a nada" significa "no me interesa conversar contigo y mucho menos decirte qué es lo que hago con mi vida", lamentablemente  las convenciones sociales no son las mismas para todos. Algunos cuando preguntan "qué ha sido de tu vida", lo hacen porque de verdad les interesa saber, aunque se les olvide a los cinco minutos; otros lo toman literal y responden "o sea que tienes los mismos años haciendo nada que los que yo llevo con mi revista"

Cómo respondes a esto, simple: con una sonrisa que deje en claro lo irónico de la situación y en teoría ponga un punto final, pero esto tampoco resultó.
Se huele la terquedad en las personas, los humanos así somos, pero esa terquedad siempre está acompañada de un fin; es caminar sobre fuego sin importar que te quemes la planta de los pies para así llegar a un lugar.
Consciente o no de este inquietante espíritu "humanoide", el sujeto de la revista reclama una explicación sobre por qué si hago nada me veo muy ocupada, a lo que respondo de manera clara y finita: es pose para que la gente no se acerque a platicar conmigo, pero veo que no funciona. 

Buenas noches.