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lunes, noviembre 16, 2009

Cuento de un día de asueto

Por: Lucy Originales

Y así llegó el día cuando creí en la independencia de mi corazón.

No tengo prisa; ni ganas de caminar; ni ganas de sumergirme en las olas de la alberca; ni ganas de mover las manos para respirar.

Es un día caótico para todos: es un día de descanso.
¿Acaso puedes pedir más?

Me levanté de la cama volando, prometiéndonos (y prometiéndote) que hoy será el último día para pensar en ti; mi corazón y yo merecemos descanso. Hoy es un día de asueto.

Como decía... Hoy me levanté de la cama volando, me caí de pico, como un pajarillo, por un momento me imaginé en un "... y los días pasaron y el olor derretía la alfombra hasta salir por los espacios de la puerta".

Tú te reiste de mí.

Antes de levantarme, alcancé a ver unos cabellos que podrían ser míos o de Troya, era una bola de pelos. También me encontré un calzón sucio (tema en el cual no profundizaré) y un alfiler al lado de un pedazo de galleta en forma de hueso para mascota.

"tu tu turuuun, tu tu turuuun, tu tu turuuun
tu tu turuuun, tu tu turuuun, tu tu turuuun
tu tu turuuun turuuun turuuun turun tun tun tuuun..."

"¡Esa es la quinta sinfonía de Mahler!"
Ya más o menos las reconozco, pero no creas, ya te estoy olvidando, paso a paso...

Hoy no veré pornos, ni me sentaré a chaquetearmela frente a la computadora, ni tomaré café, ni fumaré, ni pensaré en ti.

"1984, ni tú ni yo. Yo soy del '83 y tú del '85... 1984 es un buen año para leer"

La leyenda dice que "era un invierno muy frío, el sol no se asomó en tooodo el día, los pájaros tocaron a la puerta y mi madre salió corriendo con la panzota cargada con un bebé a punto de nacer. Eran las 6:30 de la mañana. Fue un día 30 de Diciembre del '83, le llamaron Diciembre Negro.

Sí, ya me habías contado- dices quién sabe desde dónde.

¿Cómo fue tu alumbramiento?"- contesto quién sabe hacia dónde.

Pero... ¡espera! Hoy no pensaré en ti.
Ni yo, ni mis ganas pensaremos en ti.

Mande- digo a mis espaldas-, ¿me hablaste? No, gracias, no quiero café... te he dicho que hoy no tomaré café.

Ni pensarás en mí, dicen los pajaritos- dices-.

¡Je!, cierto. Ni pensaré en ti- obvio que digo-. Pero si puedes preparar de todos modos algo de café... tú sabes... nomás por el aroma. No es necesario que te eches un cigarro por mí, pero quizá si enciendes una varita de incienso, estará perfecto.

Creo que me ganaron las ganas y comí esa pedazo de galleta en forma de hueso para mascota. Troya se me quedó viendo con su carita perruna. Puso sus dos patitas al frente y echó su panza al suelo para estirarse. Escuché un quejido, luego volteó a verme su carilla mustia.

¿La sacas a la pipí?- te pregunté-

'Orita, estoy cagando- dijiste muy oportuno para tu ausencia.

Contrario a las ideas de la gente, sí me doy cuenta del transcurso de los días. Sé, por ejemplo, que han pasado muuuchos días desde la última vez que vi a mi hermano. No lo vi salir del hospital y...
Y... en ese lapso, mi sobrina cumplió años días después. Y... antes, mi hermano cumplió años.

Ves- te acaricio la panza desnuda-, sí me doy cuenta del paso de los días. Contrario a las ideas de la gente.

Oye...- dices quitándome la mano de tu panza (¡tan rica tu panza!)- hoy no debes pensar en mí, lo sabes. No es bueno para ti. No necesitas de nada ni de nadie. Despierta, despierta...

¡Sh!- sonrío a tus manillas de vieja-, estoy bien. Contrario a lo que piensa la gente, sí me doy cuenta de que estoy bien.

El otro día vino Lyda, mi amiga de toooda la vida. Es una chava bonita, de ojos saltones y cuerpo petite, no nada más está chaparrita, también tiene el corazón así: chiquito y destrozado, como yo, por un fulano que también se llama Alejandro.

Lyda vino con su hermano, y también se llama Alejandro. Él es la viva imagen de su padre. Es su padre en persona, muy fuertes y altos, de caras rústicas., pero Lyda es petite, como su corazón.

Oye...- te grito para que escuches en la cocina mientras preparas café-. ¡Oye!

Sí te escucho- me susurras al oído y te recargas en mi escritorio.

Qué mala jugada- pienso y luego te pregunto- ¿Cómo es que...?

¡Sh! No preguntes- me pones el dedo en la boca-.

Pero...- tomo un cigarro nerviosa y empiezo a echar humo como trenecito-.

No preguntes, sigue, te escucho- te veo de nuevo en la cocina-, me decías que...

¿No te enojaste con Lyda el otro día que te gritó al teléfono y luego te colgó para consolarme mientras se me salían las lágrimas por tu culpa?- te miro impaciente.

No- dices tranquilo, ahora sentado en el sillón al lado de Troya-. Jamás podría enojarme con ella, menos porque ella está cuando yo no estoy, pero decías que el otro día Lyda y su hermano fueron a la casa a llevarte víveres...

Sí- suspiro-.

El otro día vino Lyda, mi amiga de toooda la vida con su hermano, Alejandro, al depa. MisLucy.
Ale nunca había entrado al departamento, se llevó una sorpresa.
Entrar aquí, a este departamento, es como entrar en la cabeza de alguien que está muy solo y muy perdido: hay un espacio para sala comedor, pero sólo se usa como sala estudio; hay dos curtos, pero sólo uno de ellos está habitado; hay un baño y todos cagamos ahí.

Alejandro y Lyda se metieron directamente a la cocina para dejar las bolsas con los víveres, luego caminaron muy despacio por toda el área del estudio, mirando los pósters de fotografías de la Nation Geographic Magazine que pegué en las ventanas para no ser molestados por los pájaros.

¿O sea, cómo, eres fotógrafo?- miró Alejandro el tripié al lado de la puerta de la cocina-, ¿ps no que escribías? ¿Y qué escribes?

Alejandro y Lyda se fueron pronto, mucho antes de poder contestar las preguntas que hizo, y las que no pudieron salir de su cabeza.

Cuando estaban saliendo del depa. Mis Lucy, Lyda dijo:
Pinche raris... llámame si necesitas otra cosa... no vayas a cargar nada en quince días, pendeja. Y no vayas a coger.

Nos dimos un beso en la mejilla.

No, no cargaré nada, Lyducha... y sí, yo te aviso. Muchas gracias- dije mientras me agachaba para levantar a Troya y moverle su patita para decirles "adiós".

¿Cuándo es que dices que regresa este wey?- dijo Lyda con el ceño fruncido.

Ps al rato, mensa- creo que contesté.

Lyda vino a traerme víveres porque hace un diciembre atrás me quedé atorada por dormir en el piso, el hombre que me desatoró es un traumatólogo y dijo que tengo escoliosis.
Hace unos días me volví a atorar.
Tener escoliosis es como ser bipolar; es tener espalda y no tener; es saber caminar y no saber. Nunca sabes cuándo te vas a atorar.
Sin duda es una enfermedad ingrata. Se te atora la espalda cuando se le da la gana y no se desatora nunca sola, siempre se requiere una inyección de cortisona.

Te acuerdas que me la pasé en la cama dos o tres días- hago una pausa en mi texto y te volteo a ver sentado en el sillón, con Troya recargada en tu cuello.

Troya... ¿ya dije que Troya es una perra french poodle gato panda?
Muy simpática y querida por todos los visitantes del depa. Mis Lucy.
Ella vive en su mundo de perritos; de regaños y premios; de ir a la pipí y a la popó; de comer croquetillas con carnita gourmet y tomar leche en vez de agua, como haría un perro normal; de lamerse los quesitos de los pies y lamerme los míos; de comerte la cerilla y darme besos con esa lengueteada que acaba de darte.

Cuando te vas, Troyoskiki se queda pegada en la puerta, esperando a que regreses...- te digo sin mirarte.

Troyoskiki gato panda no es normal, como no lo es nada en este departamento, aunque todo pueda parecer muy ordenado y con las cosas en su lugar.
El escritorio en la sala estudio sirve para recargar mi cabeza cuando me quedo inconsciente; la sala comedor sirve de cama para Troya; otro escritorio en la cocina sirve de alacena; el fregadero para lavar los platos sirve para juntar basura; la regadera en el baño también sirve para dormir; el piso sirve de librero; mi tripié y mi cámara sirven de perchero para el suéter de Troya; un bastón sirve de adorno en la pared y, lo más chistoso; tu espacio en el cuarto lo ocupa una almohada y en el ropero, tu espacio sirve de cobijo a una cucaracha.

Te digo, nada es normal aquí, creo que por eso la gente viene y de inmediato se desesperan y salen corriendo, muy apenas alcanzan a decir adiós, nunca se quedan a divertirse, pero yo sé que este departamento está decorado para divertirse, sólo necesitan prestar atención y sentir la atmósfera: siempre hay música de beats cachondos, luz tenue, humo para perderse en el ambiente, no hay ruidos del exterior que toquen a la puerta y tengo la certeza que de aquí pa'llá, donde hace frío y da el sol, sólo logran escucharse murmullos de ratoncillos, así que lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas.

Cierra la ventana, por favor- te digo y sigo escribiendo-. ¡Cierra la ventana!

Mi abuela, que en paz descanse, decía "cuando uno quiere las cosas bien hechas, uno tiene que hacerlas, porque nadie las hará mejor que uno"
Así que yo uno, me tendré que levantar a cerrar la ventana y luego regresaré a continuar a escribir en mi computadora sobre el escritorio.
Es muy raro, pero Troyoskiki no se ha movido de su lugar, está echada como peluche en el sillón, no la he escuchado comer, ni jugar.
Hay un hueso de hilo sobre mi pierna, es el juguete de Troya, ya lleva rato ahí, porque si no Troya me estaría mirando con ojos cazadores, esperando que se lo aviente.
Hace rato que se rindió, está dormidota en el sillón.

Ya cerré la ventana.

Muchas gracias por cerrar la ventana, ¡eh!- te grito no sé a qué dirección.

Lo siento, me estoy quedando dormido- contestas quién sabe desde dónde.

Pero si apenas son...- subo el puntero del mouse a la esquina derecha de mi pantalla-. ¿A poco ya son las 8:00 p.m.?

Sí, ya son- dices-. Hoy ya tampoco comiste nada, "cosa"

No importa, porque ha sido un día lindo; porque hoy no he pensando en ti. Ya no siento frío, ni ganas de irme de aquí, ni ganas de esperarte, ya sé que estás aquí- te vuelvo a mirar y te acaricio la panzota otra vez-. Tarda en regresar el tiempo que quieras, yo sé que estás aquí.

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