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viernes, septiembre 07, 2007

Un domingo

Por Lucy Originales

Caminando a mi casa dije: “aquí no ha pasado nada, cierro los ojos y listo, de nuevo, la amistad”
Había despertado, supe que mi boca cometió un pecado, lo decía el sabor, la deshidratación como de haber corrido kilómetros. Moví la lengua dentro de la boca, mojé mis labios y no reconocí el sabor. Quité el exceso de saliva en las esquinas con el pulgar y el dedo índice. Mi mano tenía un extraño olor: como a mí, pero no a mí.
Algo no andaba bien, lo sabía por la placa de maquillaje que olvidé quitarme, lo supe porque no amanecí en mi cama como cualquier domingo: despertando con pijama y mi cara limpia salvo algunos amigos verdes perdidos en los ojos, cabello con olor a bebé y mi cara de niña linda. Claro, el mundo no es color rosa.
Ese domingo fue un domingo de despertar en otra cama, apiadándose de mí la luna y el cielo, con alguien a mi lado y la cruda moral en mi cabeza, culpándome el descanso entre unos senos.
Algo andaba definitivamente mal, ni siquiera tenía mi almohada azul de zapatitos. Sí, cualquiera que haya sido el asunto, no estuvo bien, sin embargo sé que no pude dejar de pasar mis manos por esos senos hermosos, carnosos, redondos, blancos, Se sentían tan bien, imaginaba que en la madrugada los había hecho sentir por primera vez, senos. Sabía que por primera vez había hecho sentir a aquella mujer, mujer; sus pezones inquietos descansando en el tronco lo confirmaron. Me trepé en su cuerpo todavía entre sueños, agarré sus mejillas, tomé su barbilla con una mano y la obligué a besarme, qué difícil fue hacerla ceder a mis labios, la observé cerrar los ojos, le metí la lengua, mordí sus labios, estaba inmóvil, así la quería, nerviosa mientras pasaba mis uñas por un costado de su cuerpo, pecho con pecho, pude sentir cómo se elevaban los pezones, les di la lengua, mordí el perímetro del círculo, mi mano seguía bajando, ella abrió sus piernas, mi boca seguía bajando.
Eran las diez y treinta de la mañana, cuando sus labios estaban húmedos y calientes y yo estaba adentro, abrí sus labios bajo el ombligo con dos dedos, observé el cuarteto, dejé un quinto pasar entre ellos, su sabor y su aroma eran exquisitos, metí mi lengua por completo, chorreaba, tomé agua como un perro, seguía su jugo pasando por mi garganta.
Abrí más, resbalaba, quiso tocarme, acarició mi cabeza y me detuve molesta. Es sólo un sentimiento, es sólo una danza, pero no amor; le tomé los brazos con mis manos, los puse bajo sus nalgas, seguí con mi trabajo. Yo estaba escurriendo y entre más jugaba con el clítoris, más me deseaba yo misma ser penetrada por algún cabrón con la verga bien parada, me puse de rodillas sin dejar de comérmela, me abrí cuanto pude y me rocé con las sábanas de su cama. Agua, agua salía, escurría por sus labios como cascada, yo no podía tragármelo todo: había adentro, en su clítoris, entre la ingle, era hermosa la vista, brillosa; sequé cuanto pude con la lengua de abajo hacia arriba y ella temblaba, llegaba el fin, no me contuve, le metí los dedos, movió su cadera, liberó sus manos, quería quitarme, me levanté, tomé sus brazos con mi mano izquierda, le abrí las piernas con mis piernas, mis pechos se columpiaban cerca de su boca, ¡la muy maldita quería morderlos! La sujeté más fuerte de sus extremidades, le metí cuatro dedos, comprimía, la volví a abrir, estaba gozando, gemía, entre sollozos escuchaba No más. Seguí y seguí moviendo los cuatro dedos, estaba completamente cerrada, gemía. -¡Ya, ya!-, decía. Yo disfrutaba ver esa expresión en su cara, me acerqué a su boca para sentir su exhalación, la besé.
-¿Ya?-, le mordí los labios –contéstame, ¿ya?-
-Sí, ya-
-Entonces, dámelo, quiero sentirlo-
-No puedo-
-¿No puedes?-
Me metí, la sobé, la chupé, me suplicaba detenerme, temblaba, se movía.
-¡Dámelo!-, le grité.
Sola abrió, hubo un instante en el que no hizo algún movimiento, seguí con mi lengua, luego no la toqué más, levantó sus piernas doblándolas, mi boca estaba ahí, lista para recibirla, se cerró, su clítoris quedó guardado, bajé para entrar, por fin se abrió y lo dejó salir. Ahí debía actuar con mis manos, le sostuve los labios, manejando mi lengua y bebiendo. Gemía con rapidez, se estremeció, suspiró, pausó su respiración, bajaban sus piernas lento, yo iba a su ritmo; sus manos tomaron los muslos y les ayudó a llegar al colchón. Dio un suspiro final, pasé mi lengua una última vez de abajo hacia arriba, todo estaba clausurado, me levanté, recargándome en sus piernas, besé nuestro sexo, me quedé de pie, viéndola.
Sonrió acostada y golpeaba la almohada a un lado de ella.
-Ya sabes que no uso almohada-, la brinqué.
-Sí, ya sé, pero… ven… abrázame- dijo con los ojos entrecerrados.
Le sonreí, caminé a un lado de la cama.
-Ya me tengo que ir, me voy a bañar-
Cerró y abrió sus ojos y la boca, suspiró.
-¿Te acompaño?-, me gritó desde la cama.
-No mi reina, ya sabes que el baño es un ritual personal- abrí la llave de la ducha.
Yo sabía que algo había pasado la noche anterior, pero no estaba segura, así que lo mejor era comprobarlo volviéndolo a hacer o haciéndolo por primera vez.
Al salir de la regadera las cosas eran sencillas: “aquí no ha pasado nada, cierro los ojos y listo, de nuevo, la amistad”
-Ya me voy niña, te veo luego- Se cierra la puerta y camino a mi casa para continuar con un domingo cualquiera.

viernes, agosto 31, 2007

Manual de un viajero

Por Lucy Originales

Campos verdes y terracotas, mañana verán mejor, duele tu tierra; acaso sabes mañana dónde estarás, ¡hombre!, que cuanta facilidad haya para el éxtasis, cuanto menos será el placer de encararlo, entonces, un alcohol enlatado llega al cuerpo, la contraparte del ser busca la equidad en su igual, manteniéndose firme en el blues al baúl, en el teléfono que no se presta; la pintura es feliz por el que sufre de amores, un pincelazo de perro rústico con música en las orejas; la nota del sexo incapaz; cuerpos inertes y provocadores y coquetos de sus manos celosas, escultoras de vívidas masas escritas; personas creyentes, los que escriben, afirman en el agujero de mañana: ¿llegaré?, mañana, lo que no sé es con quién, mañana temo olvidar todo lo que he vivido, mañana quiero dualidad en mí, esa que juega entre la realización de una persona y la putrefacción de la misma; mañana quiero recordar lo de hoy y hoy, igualmente, recuerdo el ayer y el mañana…viaja en el autobús, le toca el movimiento de la tierra, le toca el golpe del sol al mediodía, cae con penoso asunto, escribe a tientas de borracho, enfoca el paisaje con su música Buddha Bar y observa línea blanca, línea blanca, línea blanca, se desvía a donde encuentra luz, línea blanca, línea blanca, poste, busca una estrella que fertilizará el piso, línea blanca, línea blanca, mosquito embarrado en el parabrisas, sus ojos arden ante lo que no debe ver a esas horas, lloran porque es ahora cuando quiere verse y suena la campana cansada, se catea y entra su mirada en sus senos, duelen los hombros, lagrimea con la calefacción y recarga con naturalidad, Bienvenido, cómo te fue en tu viaje, listo, se te fue el viaje, sonríe y saluda, elude tus pensamientos, ya fueron.

domingo, agosto 26, 2007

El silencio de la puta

Por Lucy Originales

Los sonidos y algunos ruidos me divierten, a veces me dan dolor de cabeza, siempre lo han hecho: el avión acercándose o despegando del aeropuerto; un niño que llora a chorros dentro de una casa; el motor de un carro viejo; otro carro dando la vuelta; las ligeras voces de una familia sentada en una banca en la plaza, charlando; unos tacones caminando frente a la banca donde está la familia, luego frente a mi banca para luego sentarse una banca adelante sin taconear ante la obvia espera, voltean a un lado y a otro; un trailer encendiendo “motores” preparándose para el viaje; un camión de ruta cambiando de velocidad al topar con esta plaza y dar vuelta; la pelota de un niño que rueda cerca de mis pies; las llantas de un triciclo pisando los granitos de arena en el pavimento; la sandalia pesada de una niña con un vestido pequeño, jugando a ser grande. Todos son hermosos, todos son bellos y todos y cada uno dicen algo; un niño encabezando la caballería de bicicletas confesando a otro que es su primera vez en dichos menesteres; el niño más grande escucha atento y confiesa haber sentido la misma emoción en su primera vez pero la cosa se pone buena pues, con todo y esencia de niños, demuestran rivalidad conciente; el cambio de tono en las voces.
Una niña los acompaña y me fascina el raciocinio de mi género, parece que escuchar tantas barbaridades le ha aburrido y se aleja. Yo, me desvío también a buscar aquellos olores que conforme prenden los faroles no sólo hacen aparecer sombras sobre la plaza, sino también a los hamburgueseros o a los señores de los tacos de la esquina: ¡las carnes están en la parrilla! Se está cocinando la carne, casi escucho la sangre gotear sobre el carbón: una y otra, y otra más y hacen que el carbón humee y entonces el olor es más fuerte y me da más hambre, segrego saliva como un perro hambriento a la espera de que alguien me lance un pedazo de carne, pero sólo se les ocurre aventar las migas de pan que les sobra. ¡Malditos!.
Definitivamente entra la noche, los faroles están al cien por ciento encendidos por todo el caminito que hace una cruz sobre y dividiendo la plaza. Iluminada se ve mejor, más coqueta, más cachonda, más romántica, más viva, pero siempre estática. Su función es nula si no hay gente, por fortuna siempre hay pero siempre en la noche; andan en ella un rato y luego se van. Debería ser por más rato, noche. Parecería que nadie tiene asuntos por resolver, están tan campantes los hijos de la chingada que me dan envidia.
Olores y sonidos. Escucho otro muy peculiar, es música de barrio, música “guapachosa”, está lejos todavía de mí; pero le reconozco tan bien: es el ¡señor de los elotes!, bendito sea el ¡señor de los elotes! que con el ruidito de su moto dice que ha entrado la noche, que por fin nos podemos echar algo calientito en esta ciudad caliente. Ojala llegue rápido para comprarle uno. ¡Tengo hambre!
Hay cientos de sonidos.
Se hizo el cambio de guardia en la plaza, las conciencias se pierden en los arbustos y mentadas de césped, los pájaros ya han volado, están dormidos, ahora sólo hay grillos y no se les ve, apenas se les escucha, nadie quiere escucharles, es que por lo general son aburridos, te mandan a dormir en cuanto les prestas atención y esa es mi canción de cuna, han sido muchos ruidos por hoy y realmente, sólo uno me ha conquistado: el silencio de la puta, dueña de los tacones, sentada una banca delante de mi.

viernes, julio 06, 2007

La Prostitución

Por Lucy Originales

“La prostitución es la entrega”
Charles Baudelaire

La prostitución se entrega a nosotros, como nosotros a ella; un día nos encontramos sin pellejo y continúan los latigazos de pudorosa procedencia, pero lo hecho, impregnado está, ese olor tan peculiar, tan familiar, ahí está; ese olor que no quieres sabotear o esa mancha que no quieres purificar de tu piel. ¡Ah, sí! La prostitución es gratuita y realmente no importa con quién sea, sólo que sea con quien se escoja, pues se trata de escoger y no de ser escogido. Vaya, qué vulnerabilidad existe entonces, cierta dualidad como en todo. Por qué cobrar tanta miseria en nuestras mentes, por qué el castigo puro y nato ante lo que el cuerpo quiere, por el contrario, si la soledad permite al hombre andar e ir tras las puertas de aquella dama sentada en el jardín, con el sexo interrogando el viento, bajo su cubierta falda, sin tablillas, hacerlo, lengüetear como si fuese un caramelo, como si fuese una paleta de hielo derritiéndose, o qué hacer ante la insípida insinuación de un hombre que inspecciona su rígido instrumento de placer para meterlo donde se le plazca, ¡dejar que entre!. Abran las piernas mujeres deseosas mustias de la insana caridad. ¡Háganlo! Déjate y sé uno de ellos, uno más, estamos en todo nuestro derecho, Eros así lo ha dicho, así lo ha aceptado. Disfrutaste demasiado al llegar a la parte más blanda, para luego morder, sedujiste a la naturaleza, subiste por el Nazas entre las piernas y al segundo paso, flaqueaste. Cuántas veces he querido prostituirme con aquellos ilustres que hicieron del sentir, un memorandum, mas entonces existe en mí un estanque, una extrema pertenencia y atadura fuera del mito, nadie pertenecemos a nadie, sólo en préstamo. A tono de Corazón al desnudo, uno piensa que es cierto, el que a uno le costará más que al otro el desprendimiento o el acercamiento y aquel que piensa en esto, es el que más ama pero en la entrega, siempre habrá un tercero que encuentre en esa comida podrida lo que el degustador jamás encontró.

martes, julio 03, 2007

2Mike

Por Lucy Originales

Un punto después de la coma.
Lluvia que llega para usar el paraguas.
Nunca sé cuándo usar un punto después de la coma.
Aun trato de razonar cómo y porqué sólo dos semanas.
Te vas acostumbrando a este tipo de situaciones, parece que entre más, menos.
Pequeños detalles importan y olvidé mostrarte mi lunar en la cadera, sello familiar, pero no importa.
Fue lo que tenía que ser y quedo en las noches pensando en dos semanas y en cuántas veces he tenido un par como ese.
Han sido ya varios.
Eres hermoso.
Infinitamente bello.
Único e indivisible.
Casi un ángel.
Soporte inflexo.
Muestra viva que cubre mi necesidad.
Realización de un sueño con pupilas atentas.
Provocador de mudez y desnudez en mis manos.
Disolvente activo de mi mundo real al país del conejo.
Lo más grande a ti, es un dos.

Gracias Mike.

El niño y la madre

(Observados)

Por Lucy Originales

El niño y la madre caminan por la plaza sobre el pavimento. Son por ahí de las ocho de la noche, aun hay luz. El niño camina solo, de pronto se detiene en la parte donde termina el pavimento, pero lo hace de tal forma que parece pensar si debe dar los siguientes pasos él solo para bajar el escalón o si debe pedir ayuda. Al instante en que el niño se detiene, escucho gritar a la madre “No”. El niño ya no había avanzado, ya había pensado no bajar, él solo. La madre corre y llega un tanto acelerada a donde está el niño e instantáneamente lo toma de la mano, éste, como adelantándose a los pensamientos de su madre, había extendido el brazo, al momento de que la madre le toma de la mano, lo jala para seguir caminando por el pavimento.
El niño no se mueve, se queda ahí, la madre lo jala y el niño llora; caminan otros centímetros y el llanto del niño no cesa, forcejean, al final la madre lo suelta. Como por inercia el niño regresa al lugar donde estaba hasta que llegó la madre y lo jaló, sí, justo ahí, en ese lugar donde se quedó pensando si bajaba el escalón o no, si lo hacía solo o no. El niño vuelve a estirar la mano para que su madre la tome y esta vuelve a gritar desesperada “No…”, pero ahora agrega unas palabras interesantes “No, por ahí no”.
Por ahí no. Interesante frase. “No, por ahí no. Ahí hay tierra, bájate tú solo y te vas a ensuciar”.
El niño se queda esperando a que la madre lo tome de la mano, ésta no se mueve, luego de un rato, lo hace, se acerca a él, lo toma de la mano y vuelve a jalarlo.
El niño vuelve a llorar.

Vaya escena, la naturaleza es fascinante.
El aprendizaje o experiencia que llegan a tener los adultos y la fase filosófica de raciocinio aventurero, a manera de moneda al aire de los infantes, lo son aun más.
Parece sencillo pero sólo viéndolo por fuera podemos percatarnos de estas situaciones, aunque no quiere decir que lleguemos a entenderlas, es un estudio inconsciente por el método de observación. Pero falta hacernos esta pregunta ¿qué nos dice la imagen?
El niño parece saber muy bien lo que quiere, mientras el padre supone qué es lo que quiere el niño; el padre piensa que el niño quiere caminar por la tierra sólo porque no sabe que es más fácil caminar por el pavimento, además de seguro, claro.
Lo que el padre quizá desconoce (y yo supongo) es que el niño posiblemente se ha dado cuenta de que caminar por el pavimento es más sencillo, pero un objeto (que logró ver desde su altura y vista más aguzada que la del adulto) a lo lejos le ha llamado la atención y quiere alcanzarlo, pero el niño necesita la ayuda de su madre para bajar el escalón, para dar ese paso.
Seguramente una vez dado ese paso, el niño tratará de soltarse de la mano de su madre para seguir su camino, de toparse con otro obstáculo igual quizá intente hacerlo solo, experimentará hasta lograr resolver el problema, seguirá caminando y si se topa con algo más abstracto, volverá a pedir la mano de la madre para continuar.

Parece que la naturaleza guía, sólo es cuestión de detenerse por un momento en lo cotidiano para ver el cuadro en frente.

jueves, mayo 31, 2007

C a f é

De pronto sentí como una de esas basuras molestas del viento que empuja todo, pinche viento que lleva todo "de la mano"; pasaba y pasaba el dedo índice por el ojo y no encontraba nada, sólo sentía como que una tirita se estiraba, era como una lagaña pero larga, casi interminable, larga, y cuando la tuve por fin fuera, sentí un alivio enorme, luego la hice bolita con otro dedo y se desvaneció; me pregunté un par de veces, cómo algo tan pequeño puede molestar algo igualmente pequeño aunque un poco más grande; instintivamente, pasé dos dedos por el párpado, como masajeando y sentí descanso y alivio, más que cuando saqué la tira de lagaña; me dieron ganas de una taza de café así que fui a la cocina; yo, toda sonriente, puse agua para seis tazas pero sólo cinco cucharas de café, y sólo para una persona, sí, ese café International; bien, cerré las puertillas de la cafetera y contemplaba, pronto, más pronto de lo que uno espera, comenzó a caer el agua sobre el café molido, mojando poco a poco, hasta empapar el filtro, después, caían las gotas café a la jarra, caían otras tantas y el olor se esparcía; casi al terminar, me acerqué a la jarra, para ver con más detalle, el olorcito familiar llegó, la memoria insultante fue a tiempos remotos, cuando tostaban el café por ahí, cerca de los nogales, imaginaba que era atrás, aun no sé con exactitud dónde es; luego recordé otros lugares y luego les recordé a esos lugares, Su Madre; enderecé mi espalda, esperé en la barra, estaba sintiendo de nuevo ese nudo en la garganta, o más abajo, desde la tráquea, sentía como una nuez atorada, pero no me veía como víbora recién alimentada de ratón, pero ahí estaba, se acortó la inhalación, el dolor seguía; saqué una taza verde, leche y azúcar, mi cuchara estaba a un lado de la cafetera; fui al espejo del lavabo, no podía respirar, no podía, era cierto, sentía como un ataque de nervios, como si hubiera hecho un esfuerzo físico pero no sudaba ni me dolían las piernas, ni olía mal ni nada, el dolor no podía señalarlo con el dedo índice con el cual me había picado el ojo, mi palma no funcionaba para aminorar el dolor; me sostuve de la pared con ambas palmas, luchaba por respirar, caía baba en el lavabo; el espejo me incitó a ver el rostro enfrente, seguía inhalando con la boca abierta; observé la cara, del mentón a la frente; bajé la mirada con respiración aun agitada pero con diplomacia; entró aire, en pausa, hasta que ojos con ojos se vieron por 10 segundos y luego un suspiro, seguido de una exhalación de alguien que piensa romper el record bajo el agua y vuelve a respirar al salir de ésta; los ojos se achicaron, salieron lágrimas desde la tráquea pasando por la garganta, hasta encontrar la propia libertad; caía la tarde para entonces, regresé a la cocina y preparé el café, cada trago aun dolía, pero a cada trago el café hacía su trabajo; decidí descansar en el sillón, subí las piernas y me quedé así, viendo las olitas del café; se terminó, puse la taza en el piso, me acurruqué y ahora escribo esto y sigo pensando, cómo ciertos detalles ínfimos duelen más e igualmente, pueden hacerte sentir bien.
Buenas madrugadas.

viernes, mayo 25, 2007

Cyclothymia


Hoy voy a escribir algo que ni siquiera sé por qué lo voy a escribir, pero lo haré; me dejaré ir, me prostituiré y prostituiré las letras, así como la razón, así como el pudor, hasta quedar reducida a su mínima expresión: el descaro, la profanación, el incesto del carboncillo desangrado de sentimiento; admitiré una posesión raquítica, sí, estos pensamientos no son míos, se convierten en una copia al instante que el cerebro piensa, luego la boca analiza las palabras y regresa al pensamiento rezagado como un pato feo, como uno de los dos cochinitos poco inteligentes; está el lapicero mutilando las hojas con pasos que ya nos conocemos y hay un puño cerrado bombardeando al lagrimal; la copia se escribió hoy, en el noveno día; a Dios le tomó siete días, después del hartazgo de la soledad, hacer la tierra; a mi me ha tomado nueve, el huir de la mía.

domingo, abril 15, 2007

Silencio

Por Lucy Originales


“… calladita te ves más bonita” me decía la aguela chévere
Precisamente eso me dijo Juanito hace unos días pues casi siempre que hablo, lo hago como si escribiera con las patas, o sea, mal, sin mesura de lo que digo y cómo lo digo.
El miércoles bendito-sacrosanto-aniversario-asueto-natalicio y no sé qué más, desperté muy tranquila, escuchando un bonito concierto para violoncelo que pasaban por la radio, me eché un baño nada express, lo admito, con agua calentita e igual me cambié, soy toda Espinosa en ese aspecto, tomo el tiempo necesario. Minutos más tarde recibí una llamada del Gus.
-¿Dónde andas?-
Dónde más iba a andar sino en el mismo lugar donde amanecí.
-¿Todavía te falta mucho… te pido algo de tomar?-
De pronto se me antojó un juguito de naranja, además del premeditado café y el periodicazo, ¿por qué?, quién sabe. Ahí soy Originales. Ya no tardé mucho en llegar con mi desesperado e hiperactivo amigo, si parece chapulín, ofrecí disculpas por hacerlo esperar, habían transcurrido cuarenta minutos.
¡Changos! No fue mi intención.
Luego de un café con leche espumosa para él y una inyección de Vitamin C para mí, cada quien se puso a leer su sección preferida. Tomé la de “moda en el mundo” para encontrar un “desmother” en lo político con la reforma a la ley de pensiones del ISSSTE, o sea, pensionissste. Me agrada eso de inventar o arreglar palabritas.
Observé, atravesando las ramas gloriosas de un árbol, la plaza que tenía a mi lado, el día me pareció precioso: sol, aire fresco bajo la sombra y por si fuera poco, aquella imagen se dibujaba como temporada alta en una ciudad no turística, no circulaba gente en la plaza y ni había palomas picoteando el piso. Regresé a mi lectura, pedí el sustancioso y colorido líquido que tanto deseaba, al primer sorbo, levanté la ceja por lo caliente que estaba aquél y por las noticias nacionales e hice berrinches. De vez en vez me marea lo que pasa en este país y, aunque trato de desenchufarme de noticias mundanas, esto es, no a la radio, no a la televisión, no al periódico, no a un medio de comunicación (pero, esto está lejos de ser cosa del diablo), mi karma es tan preciso que las noticias pudientes, relevantes en conexión con mis vivencias, llegan de la nada. La noticia sobre la reforma a la ley de pensiones del ISSSTE realmente no es algo nuevo, tengo entendido que hace un par de sexenios estaba la propuesta, ya se chismeaba por ahí, pero hasta el presente año y mes llegó a lo que ha llegado mas será necesario, seguir haciendo modificaciones en beneficio de los muchos-todos y conste que no estoy dentro del grupito, ni siquiera trabajo y me rasco la panza como oso echado bajo la sombra de un árbol, al estilo Libro de la Selva. Vaya que si el país parece una, pero no puedo enajenarme con esta situación, parte de lo que hayan resuelto, acercándose lo mayor posible a la unidad, repercute a bien o a mal a mi generación y a los otros mocosos que vienen atrás.
Ya por la tarde fui a que me dieran de comer rico, como en casa, a una fondita, casi al terminar recibí la llamada de Juanito que me invitaba a comer y claro, terminé acompañándolo con un delicioso pastel de chocolate, luego, le seguí con las “chelas” y en algún momento, antes o después de que la levadura corriera por mis venas, Juanito me había confirmado la aprobación a dicha reforma; Gordillo y sus “secres” de estado, conjuntados con cuatro guarros cada uno, se reunieron al norte del país para hablar sobre este tema, entre otros (al rato serán de a veinte como el gobernador de New Lion).
En lo personal me desespera no saber bien o lo más claro que se pueda, una noticia, así que para saber de qué se trataba comencé a preguntar y, como al principio hubo pudor por parte de Juanito que dijo “lo que pasará, mañana lo sabrás”, tuve que recurrir a mis torturas “originales” para obtener la mayor información posible.
“Sí aceptaron la propuesta, sólo se espera que el PRD haga modificaciones correspondientes, se busca lograr un aumento en los años de jubilación… obviamente las modificaciones que se den con esta ley no afectarán a los que estén en proceso de jubilación… a los ya jubilados, tampoco afectará en lo más mínimo…”.
Pero, pero, ¡pero!, me da flojera trabajar hasta los sesenta años y pensé “bueno… siempre queda la posibilidad de aventarme oficialmente como freelancer”, dando como resultado, la misma friega y -un pero más- en otra de las conversaciones con la aguela chévere entrada la noche cafetosa allá en Torres, mencionaba cómo ella y su corporación en algún tiempo se manifestaron en pro y en contra de muchas reformas a la regulación de las pensiones mas, según explica, en cada paso, los jubilados son siempre lo más perjudicados o en caso de resolver sus peticiones, en poco tiempo se las retiran por “falta de fondos”. Más tarde la aguela chévere, que hasta rebelde me resultó y con manita doblada a la izquierda, dijo: “Conque no nos quieran quitar al rato las pensiones, nada más eso les falta”.
Recibí unos volantes frente a la Plaza de la Paz, textualmente decía en uno de sus párrafos “No olvidemos que la actual ley del ISSSTE, es una conquista de los trabajadores como resultado de largas jornadas de lucha por mejores condiciones laborales y de vida…”, esto es cierto, la aguela chévere luchó atrás tiempo por ello; se resuelva lo que se resuelva, muchos sólo esperamos un informe con precisión sobre las acciones tomadas y piensen en generaciones futuras y en nuestros ya jubilados, no en cómo unos pueden obtener beneficio en el ahora.
Los siguientes días se veían cenizas en torno a este tema, sobre el día mundial del agua, del calentamiento global, el Protocolo de Kioto, además de ver al señor Bush en el que puede ser su mejor acto de solidaridad hacia los homosexuales y hacia la Spears que pasa por una depresión enseñándonos que sabe besar y bien; luego escuché comentarios como “¡Qué calor! Y pensar que acaba de empezar la primavera, apenas van dos días y ya nos estamos cociendo”. Aunque la gente sigue con su vida normal, acaso buscan soluciones prácticas: ropa holgada, cómoda e irse a la playa, lo cual me recuerda (y calienta) que los springbreakers dan sus primeros pasos en territorio mexicano. No me asusta, me enchila. Muestro mi entero egoísmo diciendo que las playitas turísticas me preocupan en segundo término, en cambio, me gustaría estar completamente segura de que Cuatro Ciénegas, la Zona del Silencio y las Dunas de Bilbao permanecerán con puertas cerradas a estos jóvenes (que les pido, ya no se planchen el cabello, ya no está de moda) y/o que se tomen extremas precauciones.
Bien, poco falta para las vacaciones, corta se hace la espera con domingo cara de lunes (según aplauden los del magisterio “pa’ promover el turismo”). Por favor viajeros, cuiden la región que visitan, la región donde viven y tengan cuidado con las “rectas” engañosas. Ya sabemos lo que debemos y tenemos que hacer. Calladita, ¿me veo más bonita? Puede ser, pero les digo ¡aguas, unos se chupan el dedo y entre todos, nos estamos chupando el globito!

Adelante Torreón, recuerda tu pasado

Por Lucy Originales


“Cuánto ha crecido Torreón… cuándo ibas a pensar en semejante tráfico” diría mi abuela (ahora) de copiloto, observando las gotas sobre el Diagonal Reforma.
El pasado diciembre regresé a Torres para las fiestas con la familia, donde existe una división de estados (es difícil partir el pastel en cuatro partes), sin embargo, se logra estar con cada uno de los integrantes sabiendo administrar el tiempo y, hasta pude escaparme en diversas ocasiones (siempre se extraña un ratito de soledad), recorriendo las calles de Torreón.
Me invadía la nostalgia conforme transitaban cuadras y cuadras de imágenes en un cortometraje de lo que ha sido, o fue, mi vida en aquellos parajes desérticos e industrializados: Hay vida en el desierto, recordemos el spot de un gobierno. Tomé la ruta Torreón-Matamoros a pie de carretera frente al cementerio e inició el flashback de oriente a poniente, bajé en la calzada Colón, caminé con rumbo a un punto impreciso, di vuelta en la solitaria y sucia avenida Morelos, ahí sorprendí los edificios en inmensurable descuido, toqué aquél que sirvió como refugio al Instituto de Servicios Educativos de Coahuila (que desde hace algunos años se llama Secretaría de Educación y Cultura de Coahuila) y hoy sirve de cobijo para ratones y otros animales.
No dudo que los cambios -por lo general o casi siempre-, inclinan la balanza a lo positivo, pero el centro de mi ciudad sugiere el olvido. La avenida estaba sola y entregada a mi dado fechas respectivas y día domingo, la memoria no fallaba, imposible sería encontrar un “Café de la Esquina” para reposar un rato; llegué al Palacio Federal, crucé a la Plazuela Juárez donde ni las aguas celis estaban asediadas y los ornamentos de bancas, sirven ahora como punto de encuentro mañanero-dominical a parejas homosexuales que siguen tras los matorrales. Esta situación no debería presentarse puesto que el Pacto Civil de Solidaridad se puso en marcha desde el jueves 11 de enero de 2007, mismo que busca “promover la disminución de las conductas discriminatorias a un gran segmento de la población coahuilense”. Debo admitir pensé, los bolillos (y no los gringos) levantarían su masa en un “Sí” al igual que aquellos comandados por…, sin embargo, aun cuando no fue así, la Comunidad Gay no se rindió, empacó sus mejores ropas y viajó a Saltillo, apoyando el PCS; siempre he dicho, ya les tocaba, bastante hicieron en los últimos dos años para ser reconocidos, sin que esto implique ser señalados. Queda en claro que no es estrictamente para unas pocas parejas homosexuales, sino también para unas muchas parejas heterosexuales buscando “la ayuda y la asistencia entre dos personas”
Parece que estamos tomando muchos ejemplos del país vecino, “aguas” pues deberían preocuparnos ciertas declaraciones del nuevo gobierno que pone como primer interés la lucha contra el terrorismo, por lo menos el muro de la vergüenza ya no se levantará dado que los buenos amigos están pobres, como nosotros
No cantemos victoria, todo se puede, si no, preguntemos a las familias mexicanas si dejarán de consumir tortillones. Se dirán en México las palabras de Bush: “¡ups!, perdón, creo que sí me equivoqué”
Mi caminata continuó hasta la Plaza de Armas con cansados y temerosos pasos, ojos bien abiertos que no se acostumbran a la idea de dos Torreones en fin de semana; uno donde ha pegado con fuerza la modernización por el consumo, al estilo bolillezco (culpable soy también), aunque limitado para algunos tanto que el dinero es importante, mas no falta salir de perdido con un significativo vaso de nieve o cafezuco. No me atrevo a hablar bien o mal de los centros comerciales como atractivo para un paseo familiar dominical, incluso creo que da fruto, prueba es que hasta casinos tenemos en Torreón y la entrada de dinero es más grande que el vado del Nazas, sin embargo, ¿por ello se obvia (y justifica) el abandono del otro Torreón con sus calles y edificios: el centro, que guarda nuestra historia y cultura?
Se acercaba la hora de comida, la tripa rasgaba el estómago en busca de un taco, como buen mexicano pensé “a la panza no se le hace esperar, a la vieja, sí”, entonces encontré el café sobre la Morelos y llegaron los recuerdos de los recuerdos de mi abuela, tiempos danzoneros de “una expresión pura y elegante entre las personas que lo saben bailar”, como sugiere Sam, mi maestro informal de baile. “¡Ah! La abuela chévere”, pensé. Cómo le brillan los ojitos pausando nuestra conversación al recordar a tan excelente bailarín que fue mi abuelo hasta que llegó mi madre y sentó a la abuela para dar sus primeros pasos. Así fue como el danzón llegó a la segunda generación en mi familia, estancándose hasta mis veintidós primaveras cuando mis oídos y mi lindo cuerpo, tuvieron su primera vez danzonera (afortunada o desafortunadamente) en un lugar donde esta música sigue viva.
Hablo de Guanajuato capital, tierra con “sube y baja” que me gusta tanto; por las tardes se escuchan danzoneros en el Jardín de la Unión y otros días en la Presa de la Olla, todo esto contribuye a dar ese colorido tan peculiar de la ciudad (locura fue el FIC 2001 que tuvo como estado invitado a Veracruz, jóvenes de veintitantos perdían el pudor a equivocar un paso). El danzón aquí sigue vivo y es poco probable que llegue a perderse el gusto por el “baile netamente mulato y timbalero… un chancachan chacachacan chacan, con la misma clavecita” como diría el profesor de música Ubaldo Miranda.
Pero, ¿qué pasara con el danzón en mi amado Torreón?, no dudo que, así como yo, muchos jóvenes nos limitamos a decir que esa música es sólo para los abuelitos, únicos que mantienen éste con sus bailes para la tercera edad en las plazuelas de Torreón; sí, nuestros “viejitos” (palabra tan despectiva que no deberíamos usar), reviven con este baile y ¿qué sucederá cuando no estén nuestros abuelitos?
Seguramente hay un montón de cosas más importantes en las que se tienen bien puestos los ojos en este momento, pero esto es cultura, si bien una prestada, con el tiempo se ha hecho nuestra y habrá qué hacer algo por mantenerla, es ahora, en este preciso “momento”. Los torreonenses debemos tomar la palabra al gobernador que tiene entre sus prioridades el apoyo a la cultura, de otra forma, no sólo será el danzón lo que podría irse “6 feet Ander”, sino también nuestra parte histórica. Ya se dio un paso con el PCS en Coahuila. Guanajuato es una ciudad hermosa, tiene como ventaja que no se ha hecho una línea paralela en el tiempo, ha conservado su cultura, aunque muchos digan “Guanajuato no es lo que parece”, los que no tenemos “eso” que otros estados parecen tener, estamos en una búsqueda constante por ello. Buscamos lo que no tenemos, y cuando lo tenemos, olvidamos que existe. Creo que los guanajuatenses, sólo deben recordar que tienen una cultura muy fuerte y prácticamente presente en cada piedra, que no se olvide y que siga existiendo el apoyo para la preservación de la misma. De cualquier forma, en caso de no encontrar más danzón aquí o en Torres, ¡siempre estará Veracruz! Saludos a los torreonenses (y coahuilensen) en Guanajuato.

De la Pequeña Lucy

Por Lucy Originales
Alguien me dijo una noche de platicas con tequila “no se trata de escribir algo nuevo, sino de escribirlo diferente” y todo porque se me ocurrió ir un día de fin de semana al cine para toparme con algo que no me hizo muy feliz.
Acostumbro no revisar la cartelera e irme directo a taquilla, pedir un folletito y leer la sinopsis de las películas, particularmente de las etiquetadas como “cine independiente” o “cine de arte” o de “otro enfoque” como le llaman los de la monstruosa Capital del Cine.
Por fortuna, había varias películas dentro de ese género, sin embargo, llamó mi atención una con título Yo Puta (dirigida por Luna de nacionalidad española). La sinopsis me recordó a ciertos personajes en mi novela (no escrita) y, por temor de encontrar en algunas escenas de la película pasajes de mi novela, decidí no entrar a verla. Al marcharme, busqué de emergencia una cita con mi puta amiga psicóloga para comentarle lo sucedido pues afirmé “No volveré a escribir pues ya todo está escrito”, a lo cual mi “flexible” amiga respondió “¿acaso crees que somos las únicas putas en el mundo?”.
Y bueno, después de un rato de trova nocturna y cafeína, olvidé mi estúpido pánico y continué disfrutando a los hombres y la “flexibilidad” que nos ha dado la vida para hacer anotaciones en el futuro sobre mis aventuras.
Tiempo después, limpiando mi biblioteca, el rosa amigo Paulo Cohelo apareció frente a mí con su pasta suavecita color blanco y azul cielo (o lo que me parece un azul cielo), y una rosa en medio, con el título del libro que me aventé en mis maratones literario-camioneros:
Apenada, en un café literario, hablando de nuestras últimas adquisiciones, tuve que aceptar haber comprado “algo” de Paulo Cohelo y platicar de qué trataba ese algo; oportunidad que llegó en el mejor momento pues pude dejar en claro el atractivo del libro: narra la vida de una puta que termina felizmente casada con el héroe (un famoso pintor que hace a la mujer dejar su oficio, no sin antes enseñarle còmo olvidar el placer por el masoquismo, experimentado con otro de sus importantes clientes).
Cohelo nos da un final en su novela estilo hollywoodense que, aunque se aclara en la misma todo estaba planeado, es inútil no recordar películas de género romántico donde el hombre (en la novela), detiene a su amor -con todo y ticket en mano- en el aeropuerto antes de abordar y no la deja regresar a su ciudad natal en América del Sur. Dicha historia regresa a mi mente, torturándome, al escuchar el relato de la “no callejera” Mona de Federico Aubele (compositor argentino), donde la mujer también decide dejar su pueblo para probar suerte en Europa pero ésta, jamás regresa.
Así pues, conforme se terminaban las botellas de alcohol y, unos comentaban que todo sucede en L.A., yo volvía a decir “todo ya está escrito” después de dar los ejemplos arriba mencionados, lo cual no fue suficiente para que mi tío-primo dejara de hacerme ver con palabras muy sutiles -…en este pinche negocio… chaparra-, me apuntaba con su dedo, mientras tragaba unas papitas -no se trata de innovar o escribir algo nuevo, sino el cómo lo escribes. El hombre parecía vocero de mi “ague” pues afirmaba que muchos escritores se han hecho de leer a otros y que yo debía dejar a un lado mi negativa idea de huirle a lo ya dicho, ver Yo Puta y, además, leerme las Memorias de mis putas tristes de García Márquez, dicho libro dio paso a una extenuante conversación sobre el tema de las putas.
De un tinto californiano nos pasamos a un tinto chileno, dejamos correr el tiempo disfrutando del clima en el balcón con una hermosa vista al puerto en San Pedro, California, riéndonos de la nada cuando, cansada del tema, pensé en algún momento, poner fin a nuestras tonterías con una canción de Fernando Delgadillo, la cual habla de un tipo amante de la pornografía; sin embargo, la noche era larga y mi cumpleaños aún no terminaba y preferí seguir escuchando musiquita de los ochenta hablando de otros temas de carácter intelectual. Hubo muchas teorías sobre los motivos para que el negocio más antiguo del mundo siga en boca de todos y/o vivido por unos, experimentado por otros, mismas que en algún momento les haré conocer.
Con mucho respeto pido a los lectores de no me hagan comprar el libro de las Putas de García Márquez ya que si alguien lo tiene, puede prestármelo y tal vez lo lea, también acepto invitaciones a ver la película Yo Puta, aunque prefiero seguir experimentando dicho tema, aclarando que es un acto no lucrativo. Todo sea por amor a la literatura y tal vez pueda entregarles algún día, un libro que hable de las “Historias de mi amiga flexible y yo”. Por lo pronto, les dejo las primeras líneas de una historia que recogí en mis caminatas por las calles de una Ciudad romance.
La gente se hace a la orilla y pared en las calles para que la feliz pareja pueda pasar sin problema, intentan desviar miradas de las arrugas y canas bien marcadas en él, pero sólo logran ver la cara infantil y cuerpo atractivo de ella; con ojos grandes y vista apenada se dan cuanta de la relación de aquellos dos pues sus manos juguetonas de pigmento diferente, van entrelazadas a un costado de sus dueños que ya acostumbrados a la sorpresa de terceros que, sin duda se preguntan “serán padre e hija?”, detienen su andar para entregar al público un beso labio a labio.
Él, seguramente se enfrentaba a palabras con sus hijos adolescentes mientras ella…


jueves, febrero 15, 2007

Tres y uno

De las tardes con mi padre.
Quién es ese hombre sino el más extraño de todos mis hombres, aquél al que no puedo penetrar con la mirada pues estoy dentro, el extraño más enfermo; falta mucho por gozarlo, habrá tiempo y en todo caso, ni el arrepentimiento nada en mi cabeza, le he degustado; le tengo en préstamo pero siempre es mío, desde un día negro, incluso antes, quizá desde el día que me imaginó, pensó, quiso y deseó en sus viajes ya que sólo mi padre, en su locura, ha debido buscar un fruto como yo. La confrontación se convirtió en nuestro mejor aliado siendo parte de la tolerancia y aceptación que me enseñó a tener hacia mí, hacia él y, por lo tanto, luego de muchos tropiezos, hacia la vida.
“Disfruta mujer aventurera” dijo el hombre de poco cabello, muy atinado e inversamente proporcional a la inmensidad de su pensamiento que cuando llegó el momento preciso, se detuvo en su persona. Le contesto “Eso hago”, donador de genes. Nada tengo para él en retorno que lo que soy, siquiera un agradecimiento.

Del “ahora” con LuzMa.
El ayer no existe, sólo en turbulencia, pero fue también el mejor de los enfrentamientos, ya que LuzMa no es mi madre, es LuzMa: mujer de agallas, de grueso cuerpo y corazón noble, mujer heroína novelística, mujer de orgullo, mujer de retrato (y espejo) en mi mañana. LuzMa es LuzMa y yo soy yo, pero hay más unión que entre átomos por nuestra avaricia gigante de ser cada día mujeres. A ella sí, no la presto ni alquilo, ella es mi LuzMa; pendejos aquellos hombres que han deseado tenerla siempre consigo (aun mi padre), no se puede, es libre de ser mujer. Nadie más que yo puede atormentar sus sueños, puede dolerle: yo, su hija. Nadie le merecemos y nadie ha de verle llorar, ni ella ha de llorar por nadie. Con LuzMa empieza mi vida y ya sin ella, algún ser habrá empezado su vida conmigo; sin LuzMa yo no sabría cómo es ser Lucy, necesito mi contrario, mi balanza, mi contacto con el mundo cotidiano pues yo no disfruto más, que cuando la veo reír por mi sonrisa o preocuparse por mis andanzas. Ella hace que mire más allá de mi mundo ególatra, nada interesan para mí los demás hasta que estoy a su lado.
La amistad empieza “ahora”, después de mis tantos y sus tantos hombres encima, sé lo que duele y bailamos por ello, no se embriaga conmigo, yo lo hago sola, por ella y por mí…

De mis primeros pasos con Josephine.
Hija, madre, abuela, bisabuela, mujer sumisa de un libro cerrado con pura belleza que no ha podido ver más que a través de los ojos de Dios; mujer de trabajo.
Por Josephine conozco la envidia: de sus años, de sus hijos, de sus nietos, de sus bisnietos, de sus hombres, de sus pasiones adulteradas en el claustro; su pasión es y será entregarse por nada a cambio.
Única mujer a la que he gozado por entero, robado parte de su alma y ¿cómo pagar a tan dichosa musa que me hace pensar en la miniatura que soy, en la creencia de grandeza?
La verdad es que soy hipócrita, le pienso, le busco, le miro y le escribo, para robar más de ella, que le tengo endiosada.
Josephine, Diosa insensible que me entregó todo en amor; por ella soy lo que soy y por ella quedan estas palabras con el apellido del hombre que, supongo, amó.

Lucy Originales