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viernes, agosto 31, 2007

Manual de un viajero

Por Lucy Originales

Campos verdes y terracotas, mañana verán mejor, duele tu tierra; acaso sabes mañana dónde estarás, ¡hombre!, que cuanta facilidad haya para el éxtasis, cuanto menos será el placer de encararlo, entonces, un alcohol enlatado llega al cuerpo, la contraparte del ser busca la equidad en su igual, manteniéndose firme en el blues al baúl, en el teléfono que no se presta; la pintura es feliz por el que sufre de amores, un pincelazo de perro rústico con música en las orejas; la nota del sexo incapaz; cuerpos inertes y provocadores y coquetos de sus manos celosas, escultoras de vívidas masas escritas; personas creyentes, los que escriben, afirman en el agujero de mañana: ¿llegaré?, mañana, lo que no sé es con quién, mañana temo olvidar todo lo que he vivido, mañana quiero dualidad en mí, esa que juega entre la realización de una persona y la putrefacción de la misma; mañana quiero recordar lo de hoy y hoy, igualmente, recuerdo el ayer y el mañana…viaja en el autobús, le toca el movimiento de la tierra, le toca el golpe del sol al mediodía, cae con penoso asunto, escribe a tientas de borracho, enfoca el paisaje con su música Buddha Bar y observa línea blanca, línea blanca, línea blanca, se desvía a donde encuentra luz, línea blanca, línea blanca, poste, busca una estrella que fertilizará el piso, línea blanca, línea blanca, mosquito embarrado en el parabrisas, sus ojos arden ante lo que no debe ver a esas horas, lloran porque es ahora cuando quiere verse y suena la campana cansada, se catea y entra su mirada en sus senos, duelen los hombros, lagrimea con la calefacción y recarga con naturalidad, Bienvenido, cómo te fue en tu viaje, listo, se te fue el viaje, sonríe y saluda, elude tus pensamientos, ya fueron.

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