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sábado, octubre 26, 2013

LSD

Hay un ruido. Es como un zumbido intermitente. No es como el sonido continuo del refrigerador que se vuelve horrendo mientras la quietud, pasada la media noche. El aparato truena, rechina, puja y vuelve a quedar en un sonido tolerable.
Ese zumbido es como los latidos acelerados de un corazón cuando reconoce el sentimiento de amar y se pone nervioso frente a una persona. Ese también es un ruido insoportable; empezó a serlo cuando me di cuenta de que era insoportable. Es que ya he gastado el recurso de la obviedad cometiendo mil errores y torpezas. El zumbido se volvió ruido cuando me di cuenta de que era necesario decirle que es insoportable pensar un día más en su persona. El ruido me molesta y busco solución en las estrellas, me pregunto si podrían ayudarme enviándole un mensaje cósmico. 
Msj.: ésta persona piensa en ti y quiere decirte que... 
Amaneció.
Hay una voz: ¿haz pensado en las consecuencias?
¿Acaso la voz considera el ruido como un impulso soñador, un impulso similar al de comer chocolates y ver estúpidas películas de romance en momentos de aprietos, de lloriqueos sin sentido?
Noches pasajeras sin días con sonido de madrugada, cómo quiero decirte que... Tú sabes, silencio. 

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