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jueves, septiembre 02, 2010

El almuerzo onírico

Un joven científico, al que nunca conocí, soñó durante varios días que era 
un espía y lo había dejado todo para trabajar en una botica porque
estaba cansado de ser espía. Decía que era un trabajo emocionante
y extenuante, pero que necesitaba retirarse mientras podía.
Su jefe en la agencia comprendió totalmente su sentir y aceptó 
su renuncia.


Le escribí al científico desde mi escritorio porque me sentía igual que él, le dije que al paso de este día me siento más y más en tierra y no me gusta, también le dije que escribirle había resultado ser la mejor medicina.

Me gusta más andar drogado en los sueños inconclusos o con finales inesperados (que es lo mismo que no tener finales) - Extraño derramar lágrimas por un personaje que derrama lágrimas porque le he dicho que debe derramar lágrimas - Extraño ser Dios: crear y dejar vivir; es cierto - Extraño sentir los latidos arrebatados de mi corazón cuando se tuerce como cola de cerdo la vida de terceros y extrapolo con ellos mi sentir hacia nada porque nada de lo que ellos son, lo soy en la realidad.
Mis terceros son superhéroes, son protagonistas, son odiados o amados, tal cual. No se andan a medias tintas, son perfectos. Ellos saben lo que es ser parte de algo, son ladrones: chupadores del tiempo y del espacio. Yo... yo... sólo soy la energía necesaria para que ellos crezcan: soy aire, agua, tierra, luz y ellos son la sombra. En la sombra se crean las más maravillosas figuras. Si hay sombra, hay luz y si hay luz, hay vida y allí nacen mis terceros, entonces me siento completo, entero: uno. 

Lo que tengo que hacer para seguir con ellos me quita el goce de la irrealidad, del soñar despierto, del crear ya siendo creado; es cierto - Vine a una cosa al mundo y lo he abandonado, porque la vida contemporánea predica sobrevivir, no predica gozar, qué gran mentira cuando dicen "hay que gozar la vida, querer lo que se tiene y no pensar en lo que no se tiene" No tengo mi libertad de soñar despierto, entonces no tengo vida, camino muerto y respiro putrefacción.
La libertad es hacer por hacer, quizá sin dañar a otros, quizá dañándome; es cierto. 

Ahora lo pienso* dos veces y me odio por no olvidarlo; encuentro desagradable vivir un día completo haciendo lo que se hace en un día normal, en un día racional, todo para llegar a la cama a la hora del sueño, a la hora de estar apenas cansado mientras que, cuando soy irreal, cuando sueño despierto, sólo me toma el agotamiento de mi cerebro para sentirme exhausto y lleno.

¿Cuál es el resultado de no ser irreal? Sólo el mismo que vivir por vivir.

*Un antiguo, pero no viejo amor, se refirió a mi segundo trabajo como algo que le gusta, pero señaló que no le gusta tanto como lo que hago desde hace más de la mitad de mi vida.

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