Creative Commons

lunes, agosto 02, 2010

Inception

Dom Cobb (Leonardo DiCaprio) es un ladrón hábil, el mejor de todos, especializado en el peligroso arte de extracción: el robo de secretos valiosos desde las profundidades del subconsciente durante el estado de sueño cuando la mente está más vulnerable.  Esta habilidad excepcional de Cobb le ha hecho un jugador codiciado en el traicionero nuevo mundo de espionaje corporativo, pero al mismo tiempo, le ha convertido en un fugitivo internacional y ha tenido que sacrificar todo que le importaba. Ahora a Cobb se le ofrece una oportunidad para redimirse. Con un último trabajo podría recuperar su vida anterior, pero solamente si logra lo imposible. En vez de llevar a cabo el atraco perfecto, Cobb y su equipo de especialistas tienen que invertir la operación; la tarea no consiste en robar una idea sino en colocar una. Si tienen éxito, podría ser el crimen perfecto. No obstante, ni la cuidadosa planificación ni su pericia puede preparar el equipo para el peligroso enemigo que parece conocer de antemano cada movimiento suyo.

Para rascar y buscar. 
Lo que ha logrado Christopher Nolan en su guión, no sólo fue el desarrollo de una idea original que se generó hace más de diez años y que definitivamente fue evolucionando. Pero, además, logró de manera magistral conservar lo que dice ser la idea principal, su escencia: la manipulación de los sueños de otros de manera consciente, esto como herramienta principal para el atraco del siglo, del cual nadie en la realidad se enterará. Una película en la que inconscientemente te sumerges y te dejas llevar, y aún cuando quieres entender todo lo que pasa alrededor, llega un momento en el que no es necesario, la historia te va regalando con pequeños detalles esas respuestas. Pero, a su vez, es una película que muchos vamos a regresar a ver mientras esté en pantalla porque  deja huecos, cosas inconclusas y nada específicas, cosas que no necesitas saber, pero quieres entenderlas y al resolverlas se crean más dudas, haciendo que la historia sea infinita.
Pocas cosas, muy pocas cosas me hacen sonreír como un mocoso jugando en el parque (según la preconcebida escena en slow motion de un niño sonriendo mientras se mece en el columpio, o se desliza por el resbaladero, o juega a aventarle la pelota al papá, etc.). Esa cara de felicidad inocente e infantil me dejó esta película, incluso me provocó más placer que Inglourious Basterds (una dista tremendamente de la otra,  lo sé, pero es que “Los Bastardos…” fue la última película que me dejó así).
Por dónde empiezas a hablar de la película Inception: historia, efectos visuales, actuaciones,  diseño de arte,  música (genial, simplemente genial). Mucho hay qué decir y todo positivo. Cuando me preguntaron "Y por qué te gustó tanto la película", no se me vino una respuesta satisfactoria de inmediato. Es como si te preguntaran, "por qué te gusta la nieve de chocolate" Sabrá Dios. No le puedo preguntar a mis papilas gustativas por qué me gusta, sólo sé que me gusta. La única cosa que sabe por qué me gusta la nieve de chocolate es mi mente, que muy bien no sé cómo funciona, pero parece que funciona, la acepto y la tomo. Tan existe mi mente, como tan estoy en esta realidad. 

No hay verdades realidades absolutas. 
Es allí donde comienzo a entender por qué esta película me ha gustado tanto (como hasta la fecha sucede con otros títulos. Ej.: The Matrix, Memento, Vanilla Sky, The Butterfly Effect, Eternal Sunshine of the Spotless Mind, The Jacket, A Scanner Darkly, etc.). Dejando a un lado todos y cada uno de los elementos que construyen una buena (o excelente) película valdría la pena revisar la existencia de una constante en todas las nombradas arriba como una idea o un tema: aquello que no conocemos, o aquello que no logramos explicar de manera relativamente aceptable, cosas que quizá parecieran sencillas en la medida que las desconocemos como la mente y qué pasa en ella; el subconsciente, cómo funciona; el consciente, dónde queda; la realidad, la realidad alterna, el tiempo, el espacio, y algo tan complejo e irracional como el amor, son cosas que al no tener claro o, mejor dicho, al no ser objetos tangibles, dificultan la creación de respuestas concretas y se convierten en algo abstracto. Así, todo aquello que se produce en una parte de nuestra cabecita loca (sueños, ideas, recuerdos, sentimientos, etc.) y que no podemos entender a través de la lógica, la razón, la ciencia, la fé o cualquier otra cosa, son  ingredientes muy atractivos y llenos de elasticidad.

Reglas de Inception. 
El arquitecto es el que diseña el software, el que va diseñando el sueño de un tercero. 
Se dice que los sueños son una percepción de nuestra realidad, en ellos dibujamos lo que se nos da la gana, como se nos da la gana. Es en los sueños donde cosas no resueltas de nuestra vida, cosas poco entendibles  sobre nuestras acciones, se proyectan en nuestro subconsciente, presentados de manera distorcionada y sin sentido. Hace poco comentaban en una conferencia el curioso caso de Un Perro Andaluz que es un sueño, seguido de un sueño, dentro de otro sueño que, al parecer, te lleva a ningún lado. O bien, te lleva a desencadenar una serie de teorías para encontrar un sentido menos surrealista a la historia. 
En los sueños, parece ser que siempre hay reglas básicas de la realidad que se deben respetar (ej. : tomar  aire, si recibes un balazo te mueres en tu sueño y despiertas en tu realidad). Esas reglas como objetos abstractos, a su vez, pueden no ser respetados. Inception nos dice que los sueños no son imágenes sin sentido, abstractas o surrealistas, sino que son una realidad absoluta dentro del sueño, un consciente dentro del subconsciente, mío o de un tercero o de ambos. Por lo tanto, el cómo se dibujan esas realidades dentro del sueño siguen reglas que no pueden ser alteradas, ya que sería contradictorio y se resolvería en un bloqueo de la realidad dentro del sueño, lo cual hace que la inmersión en la mente sea cada vez más profunda, haciendo más difícil la extracción de mi mente a la realidad, dando como resultado la infinitud del sueño que  sólo podría terminar con el desgaste físico "real" del cerebro. Entonces, una realidad absoluta (dentro de un sueño) se percibe como un término abstracto, esto creará un sueño que proyecte mis realidades, lo cual, genera otros sueños, y esto se convierte en una magnífica historia. En un guión impresionantemente redondo y una idea bastante original.

Los laberintos.
La idea dentro de la idea (o, mejor dicho, el sueño dentro del sueño) hacen que desde el inicio el espectador se convierta en cómplice, por lo tanto, una vez metido en el juego, en los laberintos del sueño, no será necesario que te digan "salta" para que saltes. De modo que, quizá la única realidad, es el sueño.


Una película que se te pega por días. 
¿Por qué un aprendiz de guión se ha enamorado de Christopher Nolan?
Si algo he aprendido a lo largo de mis pocos años de intento como guionista es que para dormir mis muy esperadas y necesarias ocho diez horas, debo irme a la cama después de haber escrito cuanto haya podido durante el día. Bien pueden ser historias cortas, ideas, notas (que probablemente nunca usaré) escritas con las patas y, ya si el día ha sido bastante iluminado, quizá vaya a la cama después de haber escrito unas diez páginas de guión pendiente. Todo esto con el único fin de no soñar, porque si sueño, no descanso.
La razón es simple: un sueño puede ser un plot completo o la primera línea de una idea en desarrollo. Soñar es como un chispazo, uno que no se debe dejar escapar, con suerte, a veces se recuerda el sueño con mucho detalle y se logra transcribir casi en su totalidad. Al parecer, nada malo hay en esto, pero pensemos un poco. Cuando recuerdas lo que soñaste, y fue lo suficientemente raro, malo, grotesco e incoherente, sientes la necesidad de contar tu sueño, pero al hacerlo, siempre se busca la forma de darle sentido al sueño y vas reacomodando cada escena para darle a la historia una narración mucho más lineal, algo que puedas aterrizar con mejor entendimiento de los hechos. Esto, para mí, significa el asesinato de un buen guión.

Christopher Nolan nos ha regalado un plot que parece muy sencillo: una historia basada en los sueños, revuelto con un atraco. El resultado ha quedado marcado en nuestra realidad: uno de los mejores guiones y una de las mejores películas de este año (y probablemente de la historia del cine). Voy por la segunda Inception al cine.

1 comentario:

Lucy Originales.- dijo...

Hasta juego hay: http://www.mind-crime.com/