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viernes, mayo 18, 2012

CINECLUB o The Film Club: A memoir de David Gilmour

(Deberían meterme a la cárcel por no cumplir con las publicaciones. He dejado pendiente Synecdoche, New York (2008) de Charlie Kaufman desde hace rato. No tengo justificación, es una película muy buena y le he dado vueltas. Cierto es que esta película no debe verse muy seguido porque causa frustración. O por lo menos así la recibo, como algo inconcluso. Define muy bien el precio que se paga si se es escritor o dramaturgo. "Sufrirás por el resto de tus días hasta que termines tu obra". ¡Dios, qué horror!)

Me gusta el olor de los libros (y el olor del cigarro, la gasolina, el resistol, la pintura, el thinner, las calcomanías, el plástico con el que se cubren los cuadernos en las primarias, ese que al despegarle desprende un terrible aroma "sabor a puro químico". Sí, lo adoro.) y hasta ahí llega mi gusto por los libros. Casi nunca leo, cuando logro leer algo es porque el tema o el título del libro llamaron mi atención. (Un par de veces es porque hay uno que otro dibujito interesante dentro de ese paquete extraño lleno de letras.) Me doy verguenza, no debería ser así. Debería solo leer. Pero tengo esa tendencia extraña de ver películas y leer sobre ellas más que pasar un rato leyendo... un libro. En ocasiones, he de forzarme a visitar librerías que solo tienen libros para vender, me alejo de librerías donde hay un cafecito al lado, un montón de películas, un espacio para souvenirs, un espacio para cd's, todo eso me distrae.

Hace unos meses visité una librería que solo tiene libros para vender, es algo pequeña, pero huele bien y tiene varios sillones para que puedas pasar un rato leyendo. El encargado casi nunca está y el clima es fresco, nadie te molesta, acaso la tranquilidad. Por supuesto que tienes la opción de no comprar el libro si terminas de leerlo. En esa ocasión, junté por lo menos seis o siete libros para revisar detenidamente antes de comprar: precio, contenido, escritor, edición, bla, bla, bla. Dentro de la selección se encontraba el libro de David Gilmour CINECLUB (no, no es el David Gilmour de Pink Floyd, este David Gilmour es un escritor y crítico cinematográfico canadiense). Lo miré, lo hojeé, lo olí, lo sentí, me coqueteó con su sello de Best Seller y lo dejé para llevarme el clásico Historia de O de Pauline Réage. Me habría gustado llevarme los seis o siete, pero por lo menos eran unos 1,500 (MXN) y la verdad no puedo gastar esa cantidad de golpe. Pero siempre hay una segunda oportunidad, y hace un mes regresé a la librería y compré CINECLUB edición Debolsillo. 

Ha pasado otro mes para que por fin lo leyera. Es uno de esos libros que piensas que te dará algo de flojera, lo miras descansando en el librero cada que pasas y te dices "Ah, sí... ya lo compré, ¡maldición!, ahora tendré que leerlo" mas no lo haces. Compré el libro para tener una selección de películas y un "algo más sobre películas" en casa. No porque pensara que la historia y la narrativa serían la revolución en la literatura del s.XXI. Sin embargo, el destino pobre o el pobre destino, me arrastró a él hace unos días porque me quedé sin conexión a internet en casa (por exceso de pago) y, dado que no podía navegar para leer sobre películas, decidí cenarme CINECLUB. Fue demasiada mi sorpresa, conforme pasaban las primeras páginas descubrí que he sido una persona con prejuicios estúpidos. Me daba mucho temor la posición que tiene de Best Seller, estos libros luego suelen ser muy hmmm... "simples". La verdad no es nada simple, es de lectura sencilla. Me ha resultado de una lectura particularmente agradable, primero, sin forzosas analogías o pensamientos pseudo intelectuales; segundo, tiene una estructura aceptable, casi orgánica. Según se deja leer muy claro, conforme David Gilmour da la oportunidad a su hijo Jesee de dejar la escuela con la condición de mirar y analizar tres películas a la semana juntos, vamos viviendo otros momentos estelares en la vida de Jesee, momentos en los que su padre es invitado o se invita solo y esto es a lo largo de todo el libro. La historia se narra a lo largo de tres años en la vida de los Gilmour, llevándonos de una anécdota a otra, a un repaso a las películas por ver o a las ya vistas, en donde, en todo caso, ya no es un repaso si no una crítica orientada, una crítica que sirve para señalar ciertos aspectos que David cree relevantes para su hijo. El libro te da esa sensación de ligereza, como se siente el cambio de una página a la siguiente y tiene esa soltura como la que debe sentir un padre que mira a sus hijos realizados ante la vida. Debo decir que esa es la libertad que encuentro por parte del autor, que en cualquier momento puedes dejar de leerle si es que así lo quieres, no hay ataduras; esa libertad da a su hijo para ser y hacer, pero siempre estando él allí como padre, atento, al pendiente, guiándole. No es un sistema corrupto entre padre e hijo donde el padre dice "brinca" y el hijo debe "brincar". Es un tratamiento nada arriesgado en cuanto a la narrativa, pero un negocio bastante arriesgado por parte de David Gilmour. Se le mira sudando más de una vez pensando si la decisión de permitir a su hijo que deje la escuela, es la correcta. Le vemos pensando en lo bien o lo mal que resultará este experimento para ambos.


CINECLUB me parecen unas memorias maravillosas, creo que es una de las mayores declaraciones de amor (esta es la lectura que da alguien a quien le gusta el cine) que puede hacer un padre a su hijo, tanto el libro como objeto, como su intento de mantenerle alejado de problemas. Es fácil identificarse con Jesee, el hijo adolescente, pues todos hemos sido adolescentes (algunos no superamos la etapa), pero no todos podemos identificarnos con el sentir de un padre, pues no todos tenemos hijos, así pues, al mismo tiempo, pude ver cómo el padre sufre y se angustia por el futuro de su hijo, por sus preocupaciones y las decisiones que va tomando como un ser que busca su independencia, que busca su camino. Es posible sentir cuánto sufre el padre en tanto que mira a su hijo sufrir al paso de enamorarse. Personalmente, logra que me imagine un poco lo que han sentido mis padres. En estas memorias se logra ver el amor desbordado de un padre a su hijo. Quienes gusten del cine podrán decir, con toda seguridad, que es el mejor trato en la historia entre un padre y su hijo (para mí lo es, haber llegado a un acuerdo de este tipo en mis años de adolescencia, me habría llevado a ser un gran director de cine para estas alturas. Sí, ajá... seguuuro.) Lo que me parece importante es que este acuerdo logra que David y Jesee pasen tiempo de calidad juntos en una etapa en la que Jesee, siendo adolescente, lo último que podría haber pensado es en pasar tiempo con su padre. Es un fenómeno natural al que pocos sobreviven sin cicatrices.
Casi puedo asegurar que este libro es para todo público, pero solo el cinéfilo entiende que el cine, de hecho, enseña algo, ya sea buena o mala la película, y se debe señalar que hay más películas malas que buenas. Pero de una película hay mucho de donde rascar y no hay que ir muy lejos, están las características especiales que a pocos les gustan. (Comenté a un amigo que me enloquecen las características especiales en los DVD. Contestó con obviedad "Oh, you movie people!, of course you like that!"). Me parece una experiencia única la de estos dos, pienso que pocos logran esta educación sentimental. Cada padre intenta acercarse a su hijo en tanto su cultura y sus costumbres. Pero debo insistir en que el cine puede ser más que ir a mirar una película a un conglomerado de salas de cine, donde solo hay películas hollywoodenses que sirven para echarse palomitas y refrescos al estómago. No importa la película, importa que el espectador tenga un poco más claro lo que está mirando, que intente "leer" la película y  pueda hacer un análisis simple de ésta. No se trata de hacer analogías con la vida real, eso viene después. Se trata de que intente meterse en el cómo se ha realizado y por qué se ha realizado así la película. No es una cosa del más allá. Las personas que vamos al cine debemos entender que se debe crear cultura audiovisual, porque el cine mueve masas (sí, las mueve porque las atrae), pero también puede sensibilizar, ya que es una forma de expresión que tiene muchos elementos artísticos (fotografía y literatura sólo por decir algunos) y es el mejor ejemplo de trabajo en equipo, de unidad. El cine es diversión, pero también es cultura.

El único problema que tuve con la lectura de este libro fue la traducción, fue como ver una película doblada al español con acento español. Esto ha sido terrible, además ha sido complicado seguir el índice de las películas porque tengo la mala costumbre de no aprenderme el título en español, siempre tienen esta suerte de títulos infames, horribles. Por eso tengo en mente el título en inglés, así que conforme nombraban X o Y película, mi ratón buscaba el nombre en los cajones ocultos. Pero de ahí en más, es un libro maravilloso, algo que uno puede cenarse en dos o tres noches, sin prisa, sin poner en aprietos el tiempo en la vida cotidiana de las personas y con la certeza de que será una gran experiencia pues más allá de ser un libro sobre películas, es un libro sobre el repaso en la vida de un padre y su hijo adolescente; ahora que si el lector resulta ser un cinéfilo, disfrutará el índice de las películas y, por qué no decirlo, quizá debata en su interior el gusto particular de los Gilmour hacia una u otra película ya que David Gilmour tiene esta particular forma de reconocer momentos (una secuencia, una escena, la iluminación en cierta toma, un gesto particular del actor, etc) en cada una de las películas.

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