Lector, te voy a contar una historia aunque no me lo hayas pedido, y lo haré mientras escucho Seid Eari -Oyez Oyez!
Es una historia que ya has escuchado. Soy Pequeños Encuentros, así ha sido siempre mi camino en este mundo, soy la suma de mis experiencias de vida. No fui a una escuela para ser como soy y, la escuela de mis padres, ha servido para fortalecer mi espíritu.
Hay encuentros en mi vida que son una sonata. De eso precisamente trata esta historia "Brief Encounter", sí, como aquella película de 1945.
¿Se puede explicar en pocas palabras lo delicado que es un instante?, o ¿la efervescencia del ser humano ante el regocijo de la pasión por el amor puro?
Si es así, sólo se necesitan tres días.
Diciembre de 2009.
Fui a una tienda de discos buscando algo específico y lo encontré, pero no lo compré. Ahí lo dejé.
Sólo quería cerciorarme de que ahí estuviera todavía después de un año, que fue la primera vez en que lo miré.
Mas Erriuga y yo nos dimos cuenta de que ese DVD ha estado abandonado en la tienda de discos por cuatro años, pronto cerrarán la sección de cabina de esa tienda y mudarán esas joyas a varios de las mejores puntos de venta de esa franquicia de tienda de discos. Espero termine en buenas manos, las mías no eran las indicadas.
Iba a llevarme otra disco compacto, algo que me recomendó Mas Erriuga, pero al último se me olvidó.
Me envolvió un insólito momento en que Mas y yo comenzamos a intercambiar gustos musicales y fue ridículo el instante en que sobrepasamos el límite de similitud que pueden tener dos personas ante cualquier cosa. Mas Erriuga y yo llegamos a ese punto y caminamos sobre un campo de amapolas, interrumpidos por molestas moscas con cara de clientes.
Recuerdo una mosca rechoncha que buscaba algo simplón, usaba una especie de saco elegante y zapatos de tacón, su zumbido era molesto, pero Mas Erriuga se comportó tan atento y respetuoso como pudo y colocó en el equipo de sonido uno y otro disco compacto para que la mosca lo tragara por las orejas.
Mas Erriuga de lejos parece una persona rara, extraña. Da la impresión de que es un tipo de pocos amigos, un melómano que llega a su casa del trabajo y cena un plato de cereal mientras coloca en su computadora un disco compacto nuevo. Mas Erriuga es eso y más, tiene los amigos que cree merecer y los otros tantos que creemos merecerle, pero se nombra a sí mismo como "Sólo una herramienta, un instrumento que hará emerger de tu persona lo que no has conocido"
Es cierto y no.
Mas Erriuga para mí ha sido un despertar melancólico a una sección desconocida de mi cerebro, sí ha sido una herramienta, un escalón, se ha convertido en una dendrita entre la música y mis oídos, pero no deja de emitir cierta pasión en el ánimo como ser humano.
Conocí a Mas Erriuga en un despiadado episodio eufórico de compras, en un día feliz causado por el olor a pavo y pino fresco, prometedor de un largo sueño que traerá al señor gordo y barbón por la chimenea.
Ese día nuestra conversación continuó por un largo rato y al final lo único que me llevé fue un papelito con su nombre y correo electrónico.
Prometí escribirle sugerencias de enlaces de estaciones de radio por internet, después de hacerlo, pasaron bastantes días para obtener una respuesta y cuando por fin me contestó Mas, se disculpó y amenazó con que pronto sabría de él.
El cómo, el cuándo y el dónde nunca llegaron.
Me adelanté al encuentro sin querer.
Enero de 2010...
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