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lunes, abril 17, 2006

Litio

A E.M.
Un año es nada, aguanta.

No te encontré MeEchéAyer, la miopía me impidió reconocerte; te veía en la vieja gorda de cabello corto, cara aplastada; en el tipo sin cabello rascándose la cabeza, desesperado; te confundí con uno de los barrotes.
“Hermoso”, me haces acariciarte las costillas golpeadas con el humo viajando al techo: notas de un tango en mi nueva recámara para el insomnio. Ahora soy yo quien viaja de norte a sur con piernas cruzadas, espalda encorvada; ahora soy yo quien tiembla. Háblame MeEchéAyer, de qué lado de la cama estás, en qué esquina buscas una hormiga; no puedo quedarme tapada haciendo compañía al moco de mi cuerpo.
El Rey Felipe ha muerto, lo convirtieron en un niño llamado Lalo: sin barba, sin cabello largo, aún alto y delgado; sin pantalón corto a media nalga y todo porque decidió hablar en otro idioma, en uno ajeno al de los humanos.
No estás loco, sólo un loco tomaría las pastillas que hacen negar los bocetos de tu cabeza bipolar: no actúas, no diriges, no escribes, no me coges.

¡Detente Lucifer!
Fuma, pierde el ritmo de tus letras que la sangre se calienta y vienen las palabras de la vieja lechosa con calzón negro.
“Va lento, no le puedo decir que vino, pero puedo decirle que preguntó por él… mire, sólo le puedo decir que está mejor, por lo menos ya se le entiende a lo que dice, ya no está como hace unos días. Ya gesticula un poco mejor…” Asomó la cabeza por la puerta, te busqué en su descuido, nada. Maldita “disque” enfermera. Sí, dígale que preguntó Lucy Originales por él, estúpida vieja horrible y provocadora, dígale al pinche MeEchéAyer que necesito sus nalgas fuera de este lugar. Dígale que salga YA. Quítese vieja revoltosa, déjeme pasar, ¡abra la puerta!
“Muchas gracias señorita, soy Lucy Originales, le agradeceré el favor. Si viene la mamá de Eduardo, dígale que ahí estamos… para cualquier cosa, de nuevo gracias. Sí, ORIGINALES”
Mi linda sonrisa surrealista.

La puerta se cerró en mi nariz chata, diez pasos para llegar al carro; las llaves sudaron con la temperatura ambiente de treinta y seis grados centígrados; sudaron con nuestra madrugada guardándose en la mano. El aire acondicionado soltó basuritas que entraron en mis ojos rojos. Pequeños, lloren.
“Sólo por una noche MeEchéAyer, te haré daño y yo me voy. Estás mal de la cabeza guey, y yo estoy peor porque aquí estoy, pero yo… yo no tomo pastillas. Esto es sólo de una noche, tómalo y déjalo” Palabras que rebotaron conmigo sobre el volante del auto. Pasan semanas y sigo en el café -Tumbaos en el piso-, con el recuerdo de tres días.
Lucy Espinosa Originales

2 comentarios:

- dijo...

Claro que te he extrañado.

¿Se puede saber qué clase de pregunta es ésa? ¡Cómo no iba yo a extrañarla a usted, señorita Lucy Espinosa! ¿Quién es capaz de tal cosa?

Tus textos me vuelven literalmente loco. Son tan crípticos y extraños como geniales y adictivos. Leerte es siempre un raro placer.

No he entendido gran cosa, pero me voy satisfecho: Con el ansia repleta y la vista algo cansada, pero satisfecho.

A fin de cuentas, yo no soy E.M., así que he entendido lo que tenía que entender o se esperaba que entendiese. No necesito mucho más.

Y es verdad que un año es nada. Un año es nada de nada. A veces, ni siquiera eso. A veces es menos que nada. Menos que menos.

Lucy Originales.- dijo...

Muchas Gracias A.
Estoy feliz porque al parecer, el loquito ya saliò.
Además, tus letras estos dìas, me hacen bien.
Envío un beso.
Lucy