Foto: Lucy Originales |
El primero de diciembre de 2012 en Guanajuato fue una pesadilla,
estuve allí por cuestiones laborales-académicas. He visitado Guanajuato
desde el 2008, en ocasiones más de dos veces por año. Me mudé a esa
tierra en 2006 y la abandoné cerrando 2007. Sí que conozco ese lugar, por primera vez me fastidió que todo estuviera muy tranquilo, quien lo desee, podrá decir que estoy loca. Pero es que a nadie parecía importarle
el hecho de que Peña Nieto estuviera dando su discurso como nuevo
presidente; a nadie parecía importarle que diferentes organizaciones
civiles, movimientos sociales y movimientos estudiantiles estuvieran
protestando en diferentes puntos de México y que estuvieran sufriendo el
saludo de bienvenida del presidente con sangre. En un canal de noticias
de televisión escuchaba “las manifestaciones por parte de grupos
opositores son parte de la democracia”, entonces, supongo que la mano
dura por parte del estado también es parte de la democracia… Vaya pues que se
repite un guión de hace muchos años, una historia de mentiras. Debería existir un encabronamiento general. ¿Quién
puso al Sr. Peña Nieto como presidente?, ¿en realidad fuimos nosotros?,
¿a quién, realmente, le importa el pueblo?, ¿qué hacer con el pueblo que
no grita y por el contrario dice “qué se le va a hacer?” ¿Quiénes son
peor: ellos o nosotros; hay bueno o malo? ¿Dónde está la raíz de este
problema? ¿Somos un pueblo condenado a la esclavitud del neoliberalismo?
Seguí pensando al ritmo de los pasos, abandoné el
lugar donde me hospedaba, partía una vez que me cansaron las mentiras en
la televisión, esto en referencia a la toma de posesión de Enrique Peña
Nieto, porque las mentiras en televisión realmente no terminan. Llegué
a una parada de camiones urbanos cerca de la Alhóndiga y caminé hasta
ella, iban las preguntas corriendo en círculos. ¿Y ahora qué viene?
En eso, recibí noticias de la ciudad de México, eran camaradas fotógrafos y
activistas. Sí, activistas, esas mentes del demonio que buscan cambiar a
México manifestándose, gritando “Fraude” o “México No Tiene Presidente” o “No a la
Reforma Laboral”. Las noticias se manifestaron en mensajes de texto que decían algo
así como “hay represión”, “están golpeando a compañeros”, “parece zona
de guerra”, y en realidad no sabía si envidiarlos o sentir pena. ¿Qué se
puede cambiar?, ¿cuánto tiempo va a pasar para llegar a un cambio, si es
que se llega? Recibí otros mensajes de un camarada fotógrafo dando
aviso de su paradero, lo envidié. Supe de otros fotógrafos camaradas que
estaban en la “zona de guerra” y de otros que estaban en la “zona de
tolerancia”, la delgada línea de aguante, la línea donde olvidas sentimientos,
encuadras y sacas una buena foto, en este caso, de políticos basura,
incluyendo a EPN, el presidente. A esos fotoperiodistas que andaban
allá, los envidié mucho. Con ese sentimiento estaba ya en la
Alhóndiga, encontré un pequeño grupo de gente manifestándose bajo la
sombra de los árboles “Sí que hace calor en Guanajuato… ya no llueve
mucho, todo está seco…” Miré a mi alrededor contando las almas, si acaso eran treinta. Un joven, al cual parecía conocer de hace mucho
tiempo, comentó “es que los otros se fueron al D.F.” Le dije que tomaría un par de fotos... caí en cuenta. Es cierto, tomaré un par de fotos en
este día en que EPN se convierte en presidente, y entre el pueblo existe
el odio. Este día no se repite, así que justo eso hice, tomé un par de
fotos y me fui.
En marcha pensé en cuánto hemos cambiado Guanajuato y yo, ambos crecemos y conservamos nuestra esencia. Guanajuato se queda sin agua y sin cerros, las jóvenes mentes siguen llegando; yo, sigo yendo y viniendo. Ambos cargamos con un “nuevo presidente” y “nuevas” formas de gobernar que, seguramente, no ayudarán al país. Conforme caminaba hacia la Plaza de los Ángeles, donde había un montón de gente esperando a que un montón de ciclistas bajara por los callejones, pensé en que este día primero de diciembre estuve en Guanajuato, no en el D.F., estuve en Guanajuato. Estuve y existí este día en que el pueblo ha sido sometido a un régimen de dictadura y no puedo dejar de sentir tristeza, pues México, en realidad, NO debería tener Presidente. Y no es porque Peña Nieto sea Peña Nieto. No es ni Peña, ni Obrador, ni Quadri, ni la Mota, no es nadie, porque al pueblo, en realidad, no lo escucha un político o un partido.
No son ellos, somos nosotros.
Saludos.
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