Creative Commons

jueves, marzo 24, 2011

Rojo, picante, líquido, caliente.

No he escrito hace tiempo, porque no lo he tenido.
Ahora no puedo más, me encontré de nuevo conmigo ("misma"). He recordado quién soy cuando por mis venas corre sangre caliente, y me hace vibrar nerviosa. Pero según yo, es instantáneo y abrupto, como el Luis Felipe Edwards Carmenere que estoy probando en este momento, tan inmediatamente intenso que no sé si es la cantidad de vino que he tomado, por lo que se ha perdido.
Eso que me incita a escribir ahora es una de mis pasiones: los hombres y el sexo. En las posiciones que se requiera, así como con la ropa que se me de la gana o sin ropa, o con algo de ropa y los accesorios que me diviertan, y de todos los sabores. Sin embargo, nunca he recibido dinero a cambio de sexo porque no lo he querido, quizá podría recibir dinero por escribir sobre sexo, cosa que me han pedido ya.
Antes, cuando inicié en esto, no entendía bien por qué me buscaban los hombres para las cosas más bizarras como el "dejarte comer la concha y ser mi compañía", sólo tenía que hacerlo de vez en vez, pues esa persona que me lo solicitó es casado, obviamente, y decía "jamás tendrás que preocuparte por nada pues mientras me sea posible, nada te faltará". Vaya... y ¿el sexo?
Otros, que jamás había conocido, me encontraban en un café escribiendo y fumando, sentía mucho placer en el hecho de saber que no veían la forma de cómo acercarse a mí, me observaban por largo rato, luego se acercaban y yo sonreía. Recuerdo uno que se acercó muy seguro y dijo " te he observado y lo sabes, pero no logro entender qué tanto escribes en esa libreta", sonreí y le dije "nada en particular". Sucedió lo que ya esperaba, pidió sentarse junto a mí y charlamos durante el tiempo necesario sobre su trabajo y aquello dio pie a otra cosa al caer la tarde. Su trabajo lo mantendría de lunes a viernes en ese hotel, yo estaba en el restaurante del hotel, sutilmente me invitó a ser su compañía esos días y después de terminar mi café y observarlo pagar la cuenta, dije que sí.
Era bastante atractivo, vestía casual, pero con mucha armonía en toda su ropa, además de un planchado impecable en su pantalón y camisa.
Me preguntó si lo esperaría un poco para hacer los arreglos necesarios sobre la habitación, además de tomar un baño y pedir algo de tomar. Yo no podía pensar mucho porque lo tenía de pie frente a mí, me transportaba con la imaginación a su cuarto de hotel, desahogando mi hastío por el trabajo. Luego preguntó "de qué lado de la cama te gusta dormir", me reí bastante nerviosa y contesté "una persona me preguntó lo mismo hace mucho y terminó siendo uno de mis grandes amores". Muy pasivo y sonriente contestó "yo sólo estaré unos días y espero que después de esos días, tampoco me olvides, pero si no es mucha molestia, me gustaría saber cómo nos arreglaremos"

¡Ah, Dios! Qué noches tan lindas están en mi memoria. Esas noches que siento y huelo y deseo.

Después de muchos años comprendí que los hombres, más que mi debilidad, son una de mis pasiones: altos, delgados, gordos, chaparros; músicos, escritores, arquitectos, ingenieros, bailarines, modelos, actores; mexicanos o extranjeros; caucásicos o afroamericanos.
Sí, me gustan los hombres, pero muy pocos han logrado llegarme al punto en que sólo recordar sus miradas, sus caricias y sus palabras, siguen erizando mi piel y son ese grupo mínimo viviendo dentro de mi memoria sin haberme penetrado en el acto como aquél hombre, un artista, recién llegado a mi vida con una paciencia memorable. Me conoce de hace un año y apenas días atrás me tuvo frente a frente. Pero sólo me acarició la cara con su palma, con sus dedos jugó mis labios, y con toda su mano me tomó del cuello y le dijo a mi mirada "no voy a tener sexo contigo porque no eres sólo sexo, además eres caprichosa y siempre logras lo que quieres, pero si te doy lo que buscas, sólo será un momento".
Aquí es cuando me pregunto a mí misma en voz baja ¿acaso la vida no está hecha de momentos, de pequeños encuentros? ¿Será acaso una condición de ciertos artistas buscar algo más que sexo de mí?
Las noches pasan y el calor está lejos de disminuir, sólo me queda aguardar unos días más para buscar un individuo que me llame la atención y pueda darme, en una noche, ese momento que aquél artista no quiso darme.
Qué coraje, porque al final me daré cuenta que sigo deseándolo a él para que tome por fin sus palabras "sí, tengo ganas de abrirte ese culo hermoso que tienes y cogerte", en acción. El sexo tiene las mismas reglas que un guión cinematográfico: están hechos de acciones.